El gobierno de México ha expresado su disposición a calmar las tensiones diplomáticas surgidas con España después de que el rey Felipe VI no fuera invitado a la ceremonia de toma de posesión de la presidenta electa Claudia Sheinbaum. La canciller mexicana, Alicia Bárcena, anunció que ambas naciones están evaluando la posibilidad de realizar una “reunión de desagravio” para suavizar la situación.
En una conferencia de prensa en Nueva York, Bárcena confirmó que sostuvo reuniones con el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, y el canciller José Manuel Albares durante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Los representantes de ambos países coincidieron en que la mejor manera de superar este impasse es llevar a cabo una reunión bilateral que permita resolver las diferencias. Sin embargo, la canciller no ofreció detalles adicionales sobre el posible encuentro.
A pesar de las recientes fricciones, Bárcena subrayó que la relación entre México y España sigue siendo sólida y dinámica, destacando el intercambio económico y político, con la presencia de más de 6,000 empresas españolas que han invertido más de 25,000 millones de dólares en territorio mexicano.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, abordó el tema en su conferencia matutina y criticó a Sánchez por insinuar que la ausencia del monarca en la lista de invitados fue una decisión política manipulada por él. López Obrador defendió que la exclusión de Felipe VI fue una decisión soberana de Sheinbaum, y consideró que sugerir lo contrario es “una falta de respeto” a la mandataria electa.
Las tensiones diplomáticas se incrementaron esta semana luego de que Sheinbaum justificara públicamente la no invitación al rey español, mientras que Sánchez calificó la situación como una “crisis diplomática” y expresó su “frustración” por el desencuentro entre ambos gobiernos. La presidenta electa explicó que la decisión de no invitar a Felipe VI fue en respuesta a la negativa de España de ofrecer una disculpa oficial por los abusos cometidos durante la conquista, una solicitud que López Obrador planteó en una carta al monarca en 2019.
Por su parte, Sheinbaum afirmó que su administración buscará ser un “punto de partida” para restaurar las relaciones con España, y enfatizó la importancia de los lazos históricos y económicos entre ambos países. “Tenemos una relación de amistad sólida y muchos vínculos que deben fortalecerse”, señaló.
En contraste, Pedro Sánchez adoptó una postura más crítica, calificando de “inexplicable” y “absolutamente inaceptable” que el rey Felipe VI, quien tradicionalmente representa a España en las ceremonias de toma de posesión en América Latina, no haya sido invitado a la asunción del nuevo gobierno mexicano. En señal de protesta, España decidió no enviar a ningún representante oficial a la ceremonia.
Las tensiones entre López Obrador y la monarquía española no son nuevas. En 2019, el presidente mexicano envió una carta a Felipe VI pidiéndole una disculpa formal por los abusos cometidos durante la conquista española. A diferencia del papa Francisco, quien respondió a una solicitud similar, el monarca español optó por no emitir ninguna respuesta. Tres años después, López Obrador “puso en pausa” las relaciones con España, tras acusar a algunas empresas energéticas españolas de tratar a México como “tierra de conquista”.
Aunque esta decisión no llegó a afectar las relaciones comerciales y diplomáticas de manera significativa, sí marcó un enfriamiento en los vínculos entre ambos países. El canciller Albares intentó entonces reducir las tensiones con una visita a México, pero la exclusión de Felipe VI ha reavivado nuevamente el desacuerdo.
El gobierno de Sheinbaum tiene el reto de reconstruir estos lazos, dado que España sigue siendo uno de los principales inversores en México y ambos países comparten un extenso legado cultural e histórico.
