Un impresionante fenómeno atmosférico fue captado desde la Estación Espacial Internacional (EEI): un chorro gigante, un tipo de rayo extremadamente raro que, en lugar de dirigirse al suelo, se expande hacia la atmósfera superior, alcanzando más de 80 kilómetros de altura.
El evento ocurrió el 19 de noviembre de 2024 y fue descubierto en imágenes del archivo de la NASA por el fotógrafo puertorriqueño Frankie Lucena, quien identificó el destello azul sobre el Golfo de México. Estas imágenes, publicadas el 26 de febrero de 2025, han generado gran interés en la comunidad científica.
El rayo más alto de la Tierra
A diferencia de los rayos tradicionales, los chorros gigantes se proyectan hacia la ionosfera en vez de impactar la superficie. Estudios indican que pueden contener hasta 60 veces más energía que un relámpago convencional y alcanzar temperaturas de 4.400°C.
Uno de los casos más notorios ocurrió en Oklahoma en 2018, donde un chorro gigante liberó una cantidad de energía sin precedentes. Sin embargo, estos eventos siguen siendo un misterio: aunque se estima que ocurren hasta 1.000 veces al año, solo han sido documentados en imágenes en contadas ocasiones desde su primera observación en 2001.
Colores y misterio en la alta atmósfera
Estos relámpagos se distinguen por su resplandor azul, producto de su interacción con el nitrógeno atmosférico. En algunos casos, finalizan con filamentos rojizos ramificados, similares a otros fenómenos eléctricos como los sprites o espectros rojos.
Investigaciones sugieren que estos rayos podrían desempeñar un papel crucial en el equilibrio eléctrico de la atmósfera. Se originarían cuando la carga acumulada en la parte superior de una tormenta no encuentra una vía de escape hacia el suelo, proyectándose así al espacio.
Observaciones desde la Tierra y el espacio
Aunque la EEI ha sido clave en la detección de estos eventos, también pueden ser observados desde la superficie terrestre. En marzo de 2024, un piloto comercial captó en video un chorro gigante de tonalidades rosas y púrpuras ascendiendo hacia la ionosfera. La grabación se volvió viral rápidamente en redes sociales.
“¡Un espectáculo increíble! Logré capturar un chorro gigante durante mi vuelo nocturno”, escribió el piloto en Instagram, junto con las imágenes del fenómeno.
Un hallazgo clave para la ciencia atmosférica
El descubrimiento de este chorro gigante representa un avance significativo en la comprensión de la dinámica eléctrica atmosférica. Su estudio podría mejorar la seguridad aérea, optimizar modelos climáticos y ayudar a mitigar posibles interferencias en satélites y sistemas de comunicación.
Además, estos relámpagos podrían ofrecer información valiosa sobre el Circuito Eléctrico Global, que conecta la atmósfera con la superficie terrestre, demostrando que las tormentas no solo afectan el clima en la Tierra, sino que también influyen en la dinámica atmosférica a gran escala.
Con el avance tecnológico y la mejora en la observación desde el espacio, se espera que en los próximos años se recopilen más evidencias sobre estos impactantes fenómenos, recordándonos que la naturaleza aún guarda sorprendentes secretos por descubrir.