El presidente panameño José Raúl Mulino ha modificado su postura inicial sobre la repatriación de migrantes irregulares que cruzan el Darién. En una reciente conferencia de prensa, Mulino aclaró que cualquier retorno de migrantes será voluntario, descartando la idea de repatriaciones forzadas.
El mandatario, quien asumió el cargo el 1 de julio, explicó que Panamá no puede obligar a los migrantes a regresar a sus países de origen, debido a convenios internacionales que regulan estos procesos. Mulino enfatizó que la crisis migratoria es principalmente un desafío para Estados Unidos, ya que la mayoría de los migrantes no pretende quedarse en territorio panameño.
Respecto al acuerdo firmado con Estados Unidos, que proporciona seis millones de dólares para abordar la situación, el presidente reconoció que estos fondos son insuficientes para manejar la magnitud del problema. Esta declaración sugiere que Panamá busca un mayor apoyo internacional para gestionar el flujo migratorio.
Las estadísticas muestran que en lo que va del año, más de 212,000 personas han cruzado el Darién, aunque se ha observado una disminución en comparación con el mismo período del año anterior. Esta reducción se atribuye en parte a un mayor control fronterizo y a la implementación de barreras físicas en ciertos puntos de la frontera. Notablemente, el 66% de estos migrantes son de nacionalidad venezolana.
La posición de Mulino refleja la complejidad del desafío migratorio en la región y la necesidad de soluciones que respeten tanto la soberanía nacional como los derechos humanos de los migrantes.
