Tras el reciente atentado contra el expresidente Donald Trump en un acto de campaña en Pensilvania, el Congreso estadounidense ha anunciado una serie de audiencias para investigar las medidas de seguridad implementadas por el Servicio Secreto. El incidente, que dejó a Trump con una herida leve y cobró la vida de un asistente, ha generado preocupación sobre la eficacia de los protocolos de protección para figuras políticas de alto perfil.
El ataque, perpetrado por Thomas Matthew Crooks, un joven de 20 años, ha puesto de manifiesto posibles fallos en el sistema de seguridad. Crooks logró posicionarse a escasos 137 metros del podio con un rifle de asalto, disparando varias veces antes de ser abatido por un francotirador del Servicio Secreto.
El secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, no dudó en calificar el suceso como “un fracaso” de la agencia encargada de la protección presidencial. Por su parte, James Comer, presidente del Comité de Supervisión y Responsabilidad de la Cámara de Representantes, ha prometido una investigación exhaustiva para “obtener respuestas”.
El incidente ha reavivado el debate sobre la seguridad de los líderes políticos en Estados Unidos, recordando el atentado contra Ronald Reagan en 1981. La proximidad del atacante al objetivo y la aparente demora en la respuesta de seguridad son puntos clave que serán examinados en las próximas audiencias del Congreso.
Mike Johnson, presidente de la Cámara de Representantes, ha asegurado que se llevará a cabo “una investigación completa de la tragedia” para identificar posibles fallos en el dispositivo de seguridad y proporcionar al público estadounidense toda la información necesaria sobre este preocupante incidente.
