Ejido Jacumé, Baja California, México (CNN) — La barrera de color óxido se eleva en el cielo azul sin nubes, un marcador sólido y casi infranqueable de la frontera entre México y Estados Unidos. Pero entonces se detiene, cuando el terreno accidentado se convierte en una montaña, o una gran roca bloquea el camino.
Estos son los puntos bien conocidos por los traficantes de personas, que traen a los migrantes en furgonetas, les muestran las brechas, les dicen que se dirijan al norte y que llamen al 911 si no encuentran agentes de la Patrulla Fronteriza estadounidense para entregarse.
Hace unos meses, a veces pasaban cientos de personas cada día, que acababan en los patios traseros de los estadounidenses que vivían cerca de San Diego, que poco podían hacer salvo indicarles el camino a seguir.
Pero ahora hay patrullas del Ejército y la Guardia Nacional mexicanos, junto con agentes de inmigración, que intentan impedir que los migrantes lleguen a Estados Unidos.
Está teniendo un impacto, según David Pérez Tejada, del Instituto Nacional de Migración de México, la unidad gubernamental que regula la entrada y salida del país. “Lo que hemos visto es una disminución de lo que registramos en diciembre o enero, donde teníamos cifras de 1.600 por día de cruces irregulares. En este momento, estamos probablemente a la mitad de esas cifras, como 800, 900”, dijo.
Dado que tanto Estados Unidos como México celebran elecciones presidenciales este año, y que la inmigración y la seguridad ocupan un lugar destacado en la lista de preocupaciones de ambas poblaciones, este aparente cambio de tendencia podría ser considerado un avance por cualquiera de las dos administraciones. Y cualquier repunte podría ser aprovechado por los opositores.
Diferencias notables
El aumento de las patrullas es visible en el lado mexicano del muro fronterizo, tanto en las zonas urbanas y congestionadas de Tijuana, como en el interior, entre los matorrales y los peñascos del Ejido Jacumé.
Cuando los agentes del lado de Baja California se topan con migrantes, los detienen, refiriéndose a las aprehensiones como “rescates”.
Pero mientras que en el lado estadounidense de California, los viajeros están dispuestos, incluso contentos, a correr hacia los agentes fronterizos, a menudo para poder iniciar los trámites de asilo, aquí es otra historia.