Un hallazgo casi accidental en un laboratorio de la Universidad de Michigan podría transformar el tratamiento de ciertos tipos de cáncer. A inicios de los años 2000, la investigadora Zhen Xu buscaba alternativas para eliminar tejido enfermo sin recurrir a procedimientos quirúrgicos. Su objetivo era claro: encontrar una solución menos invasiva para pacientes con tumores.
Durante sus pruebas con ultrasonido de alta frecuencia en corazones de cerdo, Xu utilizó un amplificador tan potente que sus compañeros comenzaron a quejarse del ruido. Para evitar molestias, decidió aumentar la frecuencia de los pulsos ultrasónicos, una modificación que no solo redujo el sonido, sino que también mostró un resultado inesperadamente eficaz: el tejido comenzó a desintegrarse en cuestión de minutos.
Ese momento marcó el nacimiento de la histotripsia, una técnica que usa ultrasonido focalizado para destruir tejido tumoral de forma precisa, sin cirugía y sin dañar zonas sanas.
Avances recientes y aprobación internacional
La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos aprobó la histotripsia en 2023 para tratar tumores hepáticos. Un año después, un estudio respaldado por HistoSonics —empresa que impulsa esta tecnología— reportó una eficacia técnica del 95% en las lesiones tratadas.
Aunque pueden presentarse efectos secundarios como dolor abdominal o sangrado, la evidencia indica que las complicaciones son poco frecuentes. En 2024, Reino Unido se convirtió en el primer país europeo en autorizar su uso dentro del Servicio Nacional de Salud, abriéndole camino a más pacientes.
Especialistas como Julie Earl, del Instituto Ramón y Cajal de Investigación Sanitaria, destacan que el ultrasonido ya no solo es una herramienta de imagen: investigaciones recientes sugieren que puede ayudar a destruir tumores, limitar su expansión y potencialmente mejorar la respuesta a otros tratamientos.
Cómo destruye tumores el ultrasonido focalizado
El ultrasonido médico utiliza ondas sonoras de alta frecuencia que rebotan dentro del cuerpo para generar imágenes. Sin embargo, cuando estas ondas se concentran en un punto específico del tumor, pueden romper el tejido desde adentro.
En el caso del hígado, los dispositivos de histotripsia enfocan la energía en un área diminuta, similar a la punta de un lápiz. Con ayuda de un brazo robótico, el transductor se posiciona con precisión y envía ráfagas ultrasónicas que generan microburbujas. Cuando estas colapsan, fragmentan el tumor, permitiendo que el sistema inmunológico elimine los restos.
El procedimiento suele durar entre una y tres horas y la mayoría de los pacientes pueden regresar a casa el mismo día. En muchos casos, una sola sesión es suficiente, aunque tumores grandes o múltiples pueden requerir más.
Retos y próximos pasos
Como toda tecnología emergente, aún quedan preguntas por resolver. Faltan datos a largo plazo sobre la recurrencia y la técnica no funciona en todos los tipos de cáncer. Los huesos pueden bloquear las ondas y los órganos gaseosos, como los pulmones, presentan riesgos adicionales.
Aun así, las investigaciones continúan. HistoSonics evalúa su aplicación en tumores de riñón y páncreas, lo que podría ampliar aún más su potencial.








