Durante años, hemos aceptado la idea de que dormir más es la solución universal para el cansancio. Sin embargo, un revelador estudio de la Universidad de Harvard pone en jaque esta creencia, sugiriendo que en el descanso, como en muchas otras cosas, los excesos pueden ser tan perjudiciales como las carencias.
La investigación, publicada por Harvard Health, señala que dormir en exceso no solo deja de ser beneficioso, sino que puede convertirse en un factor de riesgo para nuestra memoria y concentración. El hallazgo nos invita a repensar nuestra relación con el sueño y a buscar un equilibrio más saludable.
Cuando “más” no significa “mejor”
El estudio analizó los hábitos de sueño de más de 1,800 adultos, con una edad promedio de 50 años. Los resultados fueron sorprendentes: tanto las personas que dormían menos de seis horas como aquellas que superaban las nueve horas nocturnas mostraron un rendimiento cognitivo inferior.
Específicamente, quienes dormían en exceso presentaron mayores dificultades en pruebas de atención, agilidad mental y retención de información. Esta conexión se mantuvo incluso después de descartar otros factores como la depresión. La duración del sueño demostró ser un predictor clave de la salud cerebral, confirmando que la calidad del descanso no se mide solo en cantidad.
Las razones detrás del daño por exceso de sueño
Los científicos plantean varias hipótesis para explicar por qué dormir demasiado puede ser contraproducente. Una de las principales es la alteración de los ritmos circadianos, el reloj biológico que regula nuestros ciclos de sueño y vigilia. Un desajuste en este sistema puede afectar el metabolismo cerebral y provocar una sensación de confusión y letargo durante el día.
Además, el hábito de dormir en exceso a menudo se asocia con un estilo de vida más sedentario y un menor contacto social, dos factores que también han demostrado impactar negativamente la salud mental y cognitiva. El estudio también vincula este patrón de descanso con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas, como la diabetes tipo 2 y problemas cardiovasculares.
El equilibrio es la clave
La conclusión de Harvard es clara: el punto óptimo de descanso se encuentra entre siete y ocho horas por noche. Los participantes del estudio que se mantuvieron en este rango mostraron una mejor memoria, mayor agilidad mental y una estabilidad emocional superior.
El verdadero secreto para un cerebro activo y saludable a largo plazo no es acumular horas de sueño sin medida, sino asegurar la cantidad justa y necesaria.