Un reciente estudio científico ha revelado que el envejecimiento del cerebro no ocurre de forma lineal. De hecho, comienza a acelerarse de forma notable alrededor de los 44 años, con un pico entre los 60 y 67 años. Estos hallazgos, publicados en la revista PNAS, muestran que las conexiones neuronales se debilitan con el tiempo, posiblemente por la resistencia a la insulina y una menor capacidad del cerebro para usar glucosa como energía.
El análisis incluyó datos de más de 19,000 personas entre 18 y 90 años, y utilizó técnicas como resonancia magnética funcional (fMRI) y electroencefalogramas (EEG). Se detectó una fragmentación progresiva en las redes neuronales, un fenómeno relacionado con enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
El metabolismo cerebral: clave del deterioro neuronal
Los resultados indican que el deterioro cerebral se acelera desde los 44 años y se estabiliza tras los 90. Una de las observaciones más relevantes es que personas con resistencia a la insulina muestran señales de envejecimiento cerebral antes de los 50 años, lo que sugiere que los cambios metabólicos influyen directamente en la salud cerebral.
El estudio identificó que las áreas cerebrales más vulnerables dependen de la proteína transportadora de glucosa GLUT4, que requiere insulina para funcionar. Ante este panorama, los científicos se preguntaron si fuentes de energía alternativas, como las cetonas, podrían proteger al cerebro.
Cetonas: una posible ayuda para el cerebro que envejece
Para comprobarlo, se realizó un experimento con 101 voluntarios de entre 20 y 79 años. Después de un ayuno nocturno, los participantes tomaron una bebida con cetonas o una con glucosa. En solo 30 minutos, quienes consumieron cetonas mostraron una mejora significativa en la actividad cerebral.
El efecto fue más fuerte entre los 40 y 59 años, donde se observó hasta un 80% más de mejora en comparación con adultos jóvenes. Sin embargo, en personas mayores de 60, el impacto fue menor, lo que indica que una intervención temprana podría ser crucial.
Aún no hay evidencia a largo plazo
Los científicos advierten que el experimento solo evaluó efectos inmediatos y no se incluyeron pruebas cognitivas que midieran mejoras en memoria u otras funciones. Por ello, es necesario seguir investigando para saber si el consumo regular de cetonas puede ralentizar el envejecimiento cerebral de forma sostenida.
Como medida preventiva, los expertos coinciden en que mantener una buena salud metabólica desde edades tempranas —a través de una dieta equilibrada y actividad física— es la mejor forma de cuidar el cerebro a largo plazo.