¿Qué tan fuerte eres? Si quieres ver una fuerza física increíble, mira la competencia de “El hombre más fuerte del mundo”. Para ganar, los participantes tienen que hacer tales hazañas como levantar 135 kilos, piedras redondas sobre un pedestal, voltear llantas gigantescas una y otra vez y arrastrar grandes autobuses, en el menor tiempo posible.
Dicha fuerza parece insignificante comparada con el inmenso poder del Dios verdadero. El poder de Dios no está limitado a una competencia, y no lo utiliza para ganar premios para él; lo usa para nuestro bien. La prueba mayor del inmenso poder de Dios es cuando Jesús resucitó después de haber sido crucificado. Jesús cargó el peso del mundo llevando todos los pecados de cada persona de todos los tiempos. Nos regocijamos porque estuvo dispuesto a quitar de nosotros el gran peso del pecado y sufrir el dolor insoportable de morir en la cruz en nuestro lugar.
Jesús fue humillado, pero sólo temporalmente. Tres días después, Dios mostró su grandioso poder cuando Jesús se convirtió en la única persona vencedora del pecado, la muerte y el infierno. El apóstol Pablo escribe: “Con su poder Dios resucitó al Señor, y nos resucitará también a nosotros” (1 Corintios 6:14). Jesús ganó la victoria de la vida eterna. Él da la esperanza del cielo a toda la gente. ¡Eso es realmente una hazaña de poder! Dios no ha terminado de revelar su fuerza todopoderosa. En el día final, Jesús regresará a la tierra para resucitar nuestro cuerpo y reunirlo con nuestra alma. Tal vez estemos débiles, pero Dios usa su fuerza por nosotros. Confía en el poder de la muerte y resurrección de Jesús.