La temporada de huracanes 2024 en el Atlántico se perfila como una de las más intensas de los últimos años. El Centro Nacional de Huracanes (CNH) de Estados Unidos prevé una actividad ciclónica superior a la media, con estimaciones que alcanzan las 25 tormentas, 13 de las cuales podrían evolucionar a huracanes.
Esta proyección se materializa con el reciente impacto del huracán Debby en la costa noroeste de Florida, apenas un mes después de que Beryl azotara Texas. Debby, categorizado como tormenta de categoría 1, ha traído consigo precipitaciones que oscilan entre 10 y 20 centímetros, con picos localizados de hasta 30 centímetros.
Los expertos del CNH atribuyen esta inusual actividad a dos factores principales: el fenómeno de La Niña y las temperaturas récord del océano. Gladys Rubio, meteoróloga del centro, explica: “La Niña podría influir significativamente en el pico de la temporada, especialmente entre agosto y septiembre. Además, las aguas oceánicas excepcionalmente cálidas propician la formación de ciclones tropicales”.
La Niña, fase fría del ciclo ENSO (El Niño-Oscilación del Sur), se caracteriza por un enfriamiento de las aguas superficiales del Pacífico central y oriental. Este fenómeno, según Anthony Reynés, también meteorólogo del CNH, debilita los vientos en altitud, creando condiciones ideales para el desarrollo de huracanes.
Aunque algunos relacionan el aumento de la actividad ciclónica con el cambio climático, los científicos del CNH se muestran cautos. Por ahora, solo atribuyen la intensificación de los huracanes a los factores mencionados, evitando establecer una relación directa con el calentamiento global.
No obstante, expertos como Diego Molina Castrillón del Instituto Cleo advierten que el cambio climático podría exacerbar los problemas existentes en la sociedad, incluyendo los relacionados con fenómenos meteorológicos extremos.
En este contexto, las autoridades instan a la población a mantenerse informada y preparada ante una temporada de huracanes que promete ser especialmente desafiante.