En la era digital, la política enfrenta nuevos desafíos que ponen en jaque la democracia. Gabriela Sued, investigadora postdoctoral de la Universidad Nacional Autónoma de México, advierte sobre los riesgos que representan los deepfakes y la desinformación para los procesos democráticos.
Sued señala la necesidad de equilibrar la regulación y la innovación tecnológica para proteger los derechos ciudadanos. El Informe sobre Riesgos Globales 2024 del Foro Económico Mundial respalda esta preocupación, destacando cómo la propaganda y la censura podrían incrementarse debido a la difusión de información errónea.
El uso malintencionado de la inteligencia artificial (IA) en la política plantea serios problemas. La proliferación de deepfakes dificulta a los votantes discernir la información veraz, pudiendo influir en su comportamiento y socavar la confianza en las instituciones democráticas.
Un reciente incidente en Estados Unidos, donde se compartió un video falso de la vicepresidenta Kamala Harris, ha puesto de manifiesto la urgencia de abordar esta problemática. En respuesta, el gobernador de California, Gavin Newsom, anunció medidas para regular el uso de IA en campañas políticas.
Tiffany Li, profesora de Derecho en la Universidad de San Francisco, subraya el peligro que estos deepfakes representan no solo para la democracia, sino también para figuras públicas y celebridades. Aboga por regulaciones que frenen la propagación de contenido falso en internet, reconociendo la complejidad de esta tarea.
La Unión Europea ha adoptado un enfoque interesante, requiriendo que los productos creados con IA sean claramente etiquetados. Según Sued, este método podría ofrecer una solución más equilibrada frente al desafío de la desinformación tecnológica, regulando la materialidad del contenido sin interferir en su interpretación.
En definitiva, la lucha contra la desinformación y los deepfakes se perfila como uno de los grandes retos para preservar la integridad de los procesos democráticos en la era digital.