El proceso de certificación de los resultados electorales en Estados Unidos, que anteriormente transcurría sin controversias, ha ganado atención y se ha vuelto más politizado desde los intentos del expresidente Donald Trump por revertir su derrota en 2020. Este procedimiento, que comienza a nivel local y culmina en el Congreso, es clave para hacer oficiales los resultados de las elecciones presidenciales.
Aunque el enfoque público suele estar en el conteo de votos la noche de las elecciones y en los días posteriores, estos números no son oficiales hasta que se completa la certificación. La controversia surgió después de que Trump intentara bloquear la certificación de su derrota en varios estados clave, presionando a sus aliados republicanos para impedir que se aprobara el resultado, especialmente en Michigan.
En enero de 2021, Trump instó a sus seguidores a marchar al Capitolio en un intento de interrumpir la certificación final del Congreso que confirmaba la victoria del demócrata Joe Biden. Este año, los aliados de Trump parecen estar preparando un escenario similar, con la intención de bloquear el proceso si el expresidente pierde frente a la demócrata Kamala Harris.
La certificación electoral se realiza en tres etapas. Primero, comienza a nivel local en los condados, donde se oficializan los conteos de votos. Luego, estos resultados se envían a los estados, que suman los totales locales y designan a los compromisarios o electores presidenciales. Finalmente, el Congreso tiene la tarea de contar y certificar los votos de estos electores.
Si bien parece un proceso complejo, la mayor parte de las miles de jurisdicciones electorales de EE.UU. —algunas de ellas dirigidas por seguidores de Trump— deben completar sus certificaciones locales antes de que un estado pueda declarar a un ganador. Si algún condado se niega a certificar, podría detener el avance del proceso en todo el estado.
A pesar de la preocupación, expertos legales aseguran que no existe un riesgo real de que los aliados de Trump puedan revertir una derrota negándose a certificar a nivel local. Las leyes y precedentes judiciales establecen que los funcionarios locales están obligados a certificar los resultados. Si surgieran problemas con el conteo, estos deberían resolverse en los tribunales, no ante las juntas encargadas de la certificación.
Desde 2020, los seguidores de Trump han intentado bloquear los resultados en estados como Arizona, Michigan y Nuevo México, negándose a certificar los conteos. Sin embargo, los tribunales intervinieron para forzar la conclusión del proceso o los intentos fueron abandonados bajo presión legal.
El argumento de que una sola junta local podría frenar la certificación estatal ha sido calificado como una “fantasía” tanto por expertos de derecha como de izquierda, según el profesor de Derecho Derek Muller de la Universidad de Notre Dame.
En 2020, Trump presionó intensamente para que los líderes republicanos de varios estados se negaran a certificar su derrota y enviaran listas alternativas de electores al Colegio Electoral, un esfuerzo que fracasó en todos los casos. En 2024, de los seis estados disputados donde Trump intentó revertir los resultados, cuatro están gobernados por demócratas. En los otros dos, los gobernadores republicanos han mostrado poca disposición para aceptar nuevas tácticas de bloqueo de la certificación. En Georgia, Brian Kemp desafió a Trump en 2020, y en Nevada, Joe Lombardo ganó las elecciones de 2022 con el apoyo de votantes demócratas.
El último paso en el proceso de certificación se lleva a cabo en el Congreso el 6 de enero. Después de que los estados hayan certificado a sus ganadores y los electores hayan emitido sus votos, la Constitución requiere que el Congreso cuente esos votos formalmente.
En 2020, Trump y sus aliados intentaron convencer al Congreso de rechazar los votos de los electores en varios estados, argumentando desconfianza en el recuento. Incluso tras el asalto al Capitolio, 139 miembros republicanos de la Cámara de Representantes y 8 senadores republicanos votaron para rechazar los electores de Biden en Pensilvania. Aunque estos votos no fueron suficientes para cambiar el resultado, revelaron el potencial de nuevos intentos en el futuro, especialmente si Kamala Harris gana las elecciones.
A pesar de los desafíos, una mayoría bipartidista confirmó la victoria de Biden en 2020 y luego reformó la ley que regula la certificación de elecciones presidenciales para dificultar la posibilidad de rechazar los votos del Colegio Electoral. Si Harris resulta ganadora, será crucial ver si esa mayoría sigue firme para ratificar su triunfo el próximo 6 de enero.