Mañana, domingo 3 de noviembre, Estados Unidos ajustará sus relojes para finalizar el horario de verano. Este cambio, que afecta a millones de personas en América del Norte, se realiza dos veces al año, y mientras algunos disfrutan de una hora adicional de sueño, la práctica sigue generando debates sobre su relevancia.
La finalización del horario de verano ocurrirá a las 2 a.m., cuando los relojes deberán atrasarse una hora, lo que resultará en mañanas más luminosas y noches que oscurecen más temprano. Con el recordatorio de “adelantar en primavera, retrasar en otoño”, los estadounidenses y canadienses ajustarán sus relojes, mientras que en el Reino Unido y otros países europeos ya hicieron el cambio el 27 de octubre.
Este ritual, que comenzó hace más de un siglo, ha sido objeto de revisión en los últimos años debido a las posibles implicaciones para la salud y la falta de ahorro de energía. La Ley de Horario Uniforme de 1966 permite a los estados en EE.UU. optar por no participar en el horario de verano, aunque no pueden mantenerlo todo el año sin la aprobación del Congreso.
¿Por qué es controversial? Aunque el horario de verano surgió para conservar energía, estudios recientes han puesto en duda esta justificación. Además, se han señalado efectos negativos para la salud, como un aumento en accidentes de tránsito y problemas cardíacos. Una encuesta de YouGov en 2023 mostró que el 62% de los estadounidenses desean poner fin al cambio de horario, aunque solo la mitad prefiere que se mantenga el horario de verano de forma permanente.
Actualmente, 19 estados han aprobado leyes para adoptar el horario de verano de manera permanente, esperando el permiso del Congreso. Aunque existe un proyecto de ley llamado Ley de Protección del Sol que propone hacer el horario de verano permanente, la propuesta enfrenta obstáculos en el Congreso y aún está pendiente de aprobación.