El próximo 5 de noviembre, los votantes de Arizona y Montana tendrán en sus manos una decisión crucial: determinar si el derecho al aborto se incorporará a las constituciones de sus respectivos estados. Este hito electoral llega tras superar obstáculos legales y marca un momento decisivo en el debate sobre los derechos reproductivos en el oeste de Estados Unidos.
En ambos estados, las propuestas buscan permitir el aborto hasta el punto de viabilidad fetal, generalmente alrededor de las 24 semanas de gestación. Arizona contempla excepciones posteriores para salvaguardar la vida o salud de la madre, mientras que Montana amplía estas protecciones a la salud en general.
La iniciativa de Montana va un paso más allá, al pretender consagrar en su constitución un fallo histórico de 1999 que vincula el derecho a la privacidad con la elección del proveedor de servicios de aborto. Este movimiento surge como respuesta a los recientes esfuerzos legislativos por restringir el acceso al aborto.
El camino hacia estas votaciones no ha estado exento de controversias. En Arizona, la Corte Suprema estatal validó recientemente el resumen utilizado para recolectar firmas, desestimando argumentos de grupos antiaborto que lo calificaban de engañoso. Por su parte, Montana certificó su iniciativa constitucional, allanando el camino para su inclusión en la boleta.
Estos referendos se suman a una tendencia nacional donde varios estados llevarán el tema del aborto a las urnas este otoño, en respuesta directa a la revocación de Roe v. Wade por la Corte Suprema de EE.UU. en 2022.
Activistas pro-elección ven estas votaciones como una oportunidad para que los ciudadanos se pronuncien directamente sobre sus derechos reproductivos, mientras que los opositores se preparan para informar a los votantes sobre lo que consideran ambigüedades en las propuestas.
Con la fecha límite para la impresión de papeletas acercándose rápidamente, tanto defensores como detractores intensifican sus esfuerzos para influir en el voto. El resultado de estas elecciones podría redefinir el panorama de los derechos reproductivos en Arizona y Montana, convirtiéndose en un precedente significativo para futuros debates sobre el aborto en Estados Unidos.