La tensión entre Israel e Irán ha alcanzado un nuevo nivel tras una serie de bombardeos israelíes sobre territorio iraní. Según medios estatales iraníes, la llamada Operación León Ascendente tuvo como objetivo instalaciones nucleares, fábricas de misiles y defensas aéreas en varias regiones del país persa.
Durante el ataque, que involucró aproximadamente 200 aviones de combate, fallecieron figuras clave del aparato militar iraní, entre ellos Hossein Salami, líder de la Guardia Revolucionaria, y varios científicos vinculados al desarrollo nuclear. También se reportó la muerte de Fereydoon Abbasi, exdirector de la Organización de Energía Atómica, y Mohammad Bagheri, jefe del Estado Mayor del ejército de Irán.
El líder supremo iraní, ayatolá Alí Jamenei, calificó la ofensiva como un “acto criminal que no quedará sin respuesta”, prometiendo una reacción firme y dolorosa contra Tel Aviv.
Según fuentes iraníes, las ofensivas impactaron además zonas civiles en ciudades como Teherán, causando víctimas entre la población. Una de las instalaciones afectadas fue Natanz, principal planta de enriquecimiento de uranio del país.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, defendió la operación como una medida “estratégica y necesaria” para frenar la amenaza nuclear iraní, señalando que Teherán estaba cerca de lograr capacidad armamentística. “Estamos actuando por nuestra seguridad nacional”, aseguró el mandatario.
Como respuesta, Irán lanzó una oleada de más de 100 drones, que fueron interceptados mayoritariamente fuera del espacio aéreo israelí, según voceros militares.
El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, advirtió sobre una posible represalia con misiles y ataques aéreos en los próximos días, lo que aumenta el temor de una escalada regional.
Aunque Estados Unidos aseguró que no participó en el operativo, Irán responsabiliza a Washington por considerar que los ataques no pudieron haberse realizado sin su consentimiento. El expresidente Donald Trump reconoció que fue notificado previamente y reiteró que “Irán no debe tener acceso a armas nucleares”.
La situación genera inquietud mundial, tanto por el riesgo de una guerra abierta como por las posibles repercusiones en el mercado energético global.
