Con la mayoría de edad, miles de jóvenes en Ucrania enfrentan una decisión trascendental: ¿Defender su país frente a la invasión rusa o buscar refugio en el extranjero? Las historias de adolescentes como Roman Biletskyi y Andriy Kotyk reflejan los retos y dilemas de una generación marcada por el conflicto.
Roman, un joven de Kiev, optó por marcharse. Un mes antes de cumplir 18 años, dejó a su familia y viajó a Eslovaquia, donde ahora estudia administración de empresas. “Tomé la decisión al límite del tiempo, pero sabía que tenía que irme”, confesó desde su dormitorio universitario.
Por otro lado, Andriy eligió luchar. Al cumplir 18, se unió al Ejército y ahora defiende la región de Járkov. “Es mejor servir que huir”, afirmó, portando su equipo militar mientras relataba cómo sobrevivió a un ataque con drones.
La invasión rusa ha cambiado radicalmente las vidas de millones de jóvenes. Con restricciones de salida para la mayoría de los hombres en edad militar, la presión para enlistarse crece. Sin embargo, muchos, como Roman, buscan seguridad fuera de las fronteras ucranianas. Desde 2022, más de 190.000 adolescentes han solicitado protección temporal en países de la Unión Europea.
Mientras tanto, la edad promedio de los soldados ucranianos ronda los 40 años, y los reclutadores buscan integrar a más jóvenes en las filas. “Combatir a los 20 no es lo mismo que a los 40”, explica Volodymyr Davydiuk, reclutador de la Tercera Brigada de Asalto.
La guerra también ha impactado la economía y demografía de Ucrania. Con tasas de natalidad en caída libre y millones de personas desplazadas, el país enfrenta un futuro incierto. Aun así, las autoridades buscan atraer a los ucranianos que emigraron, con nuevas políticas diseñadas para fomentar el regreso de la población.
Roman y Andriy no se arrepienten de sus elecciones. “Me habría lamentado de no ir”, reflexiona Andriy, quien sueña con regresar a su pasión por la música. Aunque entiende las razones de quienes optan por salir, reconoce la sobrecarga que esto genera en los soldados que permanecen en el frente. “Todos estamos al límite; necesitamos un relevo”, concluye.