Cuando a Graciela Anzures, su hijo le dio la buena noticia de que había una vacuna contra COVID-19 disponible en la Farmacia Rite Aid en el barrio de Mission Hills de la ciudad de Los Ángeles, en menos de 5 minutos se alistó, lo que nunca pensó es que le negarían la inmunización por su estatus migratorio.
“¡Eres indocumentada! ¡No se te va a poner la vacuna!”, le dijo la empleada de la farmacia Rite Aid, una mujer latina como de aproximadamente 25 o 26 años, según describe Graciela.
“Me dio mucho sentimiento e impotencia. Me sentí humillada. No me quedó otra, más que irme al final del pasillo y ponerme a llorar“.
El incidente ocurrió el sábado 13 de marzo. Preocupado por la salud de sus padres, Sebastián Araujo, su hijo menor, los apuntó en una lista de espera de la farmacia Rite Aid, cuyas vacunas son aportadas por el gobierno federal.
Debido a la edad, ninguno de los dos padres califican aún para vacunarse. Graciela tiene 56 años y su esposo Alfredo Araujo, 60.
Sin embargo, las farmacias ofrecen a los angelinos la opción de inscribirse en una lista de espera, pese a que no llenen los requisitos de elegibilidad. Y eso se debe a que cuando en una jornada diaria de vacunación, sobran vacunas de las personas que no acudieron a sus citas, les llaman a quienes están en la lista de espera para que vayan en la siguiente hora cuando más tarde, y así las inmunizaciones no se desperdician.