La muerte esta semana de 53 migrantes en un tráiler en San Antonio (Texas) “era cosa de tiempo y puede repetirse”, asegura Jenn Budd, una ex oficial de la Patrulla Fronteriza de EE.UU que ahora aboga por los inmigrantes y relata su drama en el libro “Against the Wall” (Contra el muro).
Después de pasar seis años como oficial migratoria, reconocer que era racista y denunciar amenazas de sus excompañeros por sacar a la luz pública irregularidades dentro de la institución, Budd recoge en el libro que presentó por estos días la desilusión de su carrera con el uniforme.
Cuenta entre otras su rechazo a la estrategia de la “disuasión”, que consiste en obligar al flujo migratorio a buscar las rutas más inhóspitas y peligrosas para ingresar a Estados Unidos.
En “Against the Wall”, Budd reflexiona sobre sus años de patrullaje a lo largo de la región montañosa de Campo (California), al este de San Diego, donde a menudo perecen migrantes víctimas del clima extremo, algunos por insolación y otros por hipotermia o congelamiento.
La ex agente recordó, como escribe en su libro, que a menudo los migrantes detenidos tenían títulos universitarios, varios con postgrado, muchos con dominio del idioma inglés, que huían de la violencia o de amenazas por haber revelado corrupción; muchos otros eran personas con claros argumentos para buscar asilo.
Sostiene que la Patrulla Fronteriza fue fundada por ex miembros del Ku Klux Klan e hijos de confederados estadounidenses, “y esa es la mentalidad que continúa hasta ahora”.
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