La muerte de una niña mexicana de 9 años cuando cruzaba el río Grande en su intento por entrar ilegalmente a Estados Unidos con su familia vuelve a poner de manifiesto la “trampa mortal” que supone el cauce del río Bravo en la frontera con México.
Los migrantes deben enfrentarse al delicado dilema de intentar llegar a EE.UU por las remotas y accidentadas zonas del desierto de Arizona o cruzar el río Grande, que separa Texas de México.
Hasta el año 2012, según el Centro Robert Strauss de la Universidad de Texas en Austin, la mayoría de las muertes de inmigrantes se registraban en el desierto, pero desde entonces las registradas en el sur de Texas las superaron y en 2019 ya eran tres veces superiores que en Arizona.
Eduardo Canales, director del Centro de Derechos Humanos del Sur de Texas, dijo que cruzar el río Grande/Bravo “no es para niños” y lamentó que mucha gente se sube a las lanchas de los traficantes de humanos sin siquiera saber nadar, pues es una “trampa mortal”.
Según un reciente informe de las Naciones Unidas, la región que rodea la frontera entre Estados Unidos y México es una de las más “mortíferas para los migrantes”, y el número de víctimas mortales aumenta cada año.
Hay zonas donde el río tiene corrientes ocultas que se mueven a más de 40 kilómetros por hora (25 millas por hora).