El llamado “sueño americano” perdió fuerza para cientos de miles de inmigrantes en 2025. Mientras algunos fueron deportados, otros optaron por irse voluntariamente, establecerse en México o regresar a sus países de origen. Millones más permanecen en Estados Unidos viviendo con miedo e incertidumbre.
Este escenario se consolidó tras el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y la aplicación de una política migratoria de línea dura, marcada por deportaciones aceleradas, redadas y el cierre de vías legales que antes ofrecían protección temporal o acceso al asilo. A ello se sumó un discurso oficial que asocia migración con criminalidad, endureciendo el clima social.
Las medidas impactaron a comunidades enteras: inmigrantes indocumentados, solicitantes de asilo, dreamers, beneficiarios de programas humanitarios e incluso hijos de migrantes nacidos en EE.UU.
Deportaciones, redadas y cierres de programas
El Departamento de Seguridad Nacional informó la deportación de más de medio millón de personas desde el inicio del segundo mandato de Trump. Aunque la cifra está por debajo de la meta anual anunciada en campaña, fue suficiente para frenar proyectos de vida y separar familias.
Entre las primeras decisiones estuvieron la declaración de emergencia nacional en la frontera sur, el despliegue de personal militar, la reactivación de obras del muro fronterizo y el cierre de la aplicación CBP One, utilizada por miles de migrantes para solicitar ingreso legal. También se inició el debate para restringir la ciudadanía por nacimiento.
El Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos suspendió además solicitudes migratorias de personas provenientes de 19 países, citando razones de seguridad nacional, lo que dejó en pausa procesos de asilo y residencia.
El miedo como parte de la vida diaria
Una de las decisiones más controvertidas fue autorizar arrestos en lugares considerados sensibles, como iglesias, hospitales y escuelas. Esto rompió con décadas de prácticas migratorias y elevó el temor en comunidades enteras.
Un estudio del Pew Research Center reveló que más del 40 % de los hispanos en EE.UU. teme ser deportado o que un familiar lo sea. Muchas personas comenzaron a portar documentos migratorios en todo momento y otras dejaron de acudir a servicios médicos o instituciones públicas.
Los tribunales migratorios también se convirtieron en puntos críticos, con detenciones realizadas por agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, generando escenas de tensión y separaciones familiares.
México y la migración inversa
Ante el cierre de opciones para cruzar la frontera, algunos migrantes cambiaron su destino. Ciudades como la capital mexicana pasaron de ser puntos de tránsito a lugares de residencia temporal o permanente. Otros optaron por regresar a sus países en un fenómeno conocido como migración inversa, impulsado por la falta de oportunidades y el agotamiento emocional.
También creció la llamada “autodeportación”, término usado por el propio Gobierno estadounidense para describir a quienes abandonan el país por miedo a ser detenidos.
TPS y parole: protecciones en pausa
El Estatus de Protección Temporal (TPS) fue cancelado o no renovado para cientos de miles de personas, especialmente venezolanos, aunque algunos casos siguen en litigio. La incertidumbre legal dejó a muchos migrantes con procesos de asilo abiertos, pero sin fechas claras en cortes.
Asimismo, el programa humanitario parole in place, impulsado durante el Gobierno de Joe Biden, llegó a su fin, afectando a migrantes de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela que ahora enfrentan un futuro legal incierto.
Un cambio profundo en la migración
Según análisis citados por CNN, la población inmigrante en EE.UU. registró una de sus mayores caídas en décadas, reflejando el impacto de estas políticas. Más allá de las cifras, el cambio se siente en comunidades que pasaron del optimismo a la supervivencia diaria.









