“Algunos de los oficiales fueron los que intensificaron la situación, no hubo llamadas y se intensificó durante toda la noche”, dijo Dickerson. BLM pidió la liberación de algunos manifestantes, amonestaciones o despido de oficiales involucrados en brutalidad policial en la represión a los manifestantes, una junta de quejas ciudadanas del OCPD y justicia para varios afroamericanos asesinados a tiros por la policía de OKC o la oficina del sheriff.
Dickerson dio al alcalde Holt y a los representantes líderes de la Policía 24 horas para informar sobre los resultados a las demandas presentadas.
“El silencio blanco es completamente ofensivo, por lo que cuando no escuchamos a nuestros líderes hablar sobre las atrocidades que les están sucediendo a los que protestan, tenemos un problema con eso”, dijo Dickerson.
Como era de esperarse, el pedido de renuncia del arrogante jefe de policía Steve Gourley, la Orden Fraternal de Policías de Oklahoma, los jefes policiales y el mismo Gourley respondieron en una forma prepotente que no habrá disculpa ni despido del jefe del Jefe de Policía, lo que ha dejado una llaga abierta y una brecha entre los uniformados y las minorías de Oklahoma City.
Lamentablemente, los miembros de FOP, los jefes policiales y el alcalde se están olvidando que ellos no son dueños de esta ciudad; que quienes les pagan sus salarios son los contribuyentes que pagan sus impuestos; que deben cambiar las tácticas de entrenamiento de los uniformados y ser sensitivos a los pedidos de los líderes comunitarios de Black Lives Matter y Hispanic Action Coalition, dijo el presidente de HISPACO, Franco Rubén Cevallos.