El Senado de México, con el apoyo del oficialismo, reelegió a Rosario Piedra Ibarra como presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Esta decisión ha generado intensas críticas por parte de organizaciones sociales, expertos y miembros de la oposición, quienes acusan que su gestión ha estado marcada por el debilitamiento institucional y la politización del organismo.
Piedra Ibarra, hija de la reconocida activista Rosario Ibarra, ha enfrentado cuestionamientos desde su primera elección en 2019. Entre las denuncias recientes destaca la falsificación de una carta de apoyo a su candidatura, atribuida al obispo emérito Raúl Vera, que posteriormente fue desmentida por el Centro Fray Juan de Larios, calificándola de “indignante”.
Críticas a su gestión
El Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh) señaló que la reelección de Piedra Ibarra representa un retroceso para los derechos humanos en México, calificándola como una “gestión caracterizada por la inacción y pérdida de autonomía”. Además, se ignoraron estándares internacionales que sugieren no reelegir a titulares de organismos independientes.
Durante su mandato, la CNDH evitó abordar denuncias contra las Fuerzas Armadas y limitó las recomendaciones hacia instituciones como la Guardia Nacional y el Ejército, a pesar de acumular miles de quejas. En redes sociales, se han difundido cartas de empleados y extrabajadores que acusan “negligencia, amiguismo y despilfarro” bajo su dirección.
Polémica y tensiones políticas
La oposición calificó su reelección como una imposición del oficialismo, destacando que Piedra Ibarra fue evaluada como la peor candidata por académicos y expertos. Incluso, seis miembros del Consejo Consultivo de la CNDH renunciaron anteriormente, denunciando arbitrariedades y decisiones unilaterales.
A pesar de las críticas, el oficialismo ha defendido su elección, argumentando que su familia representa un símbolo en la lucha contra la represión y las desapariciones forzadas en México.