La tensión en Sinaloa, México, alcanzó un nuevo punto crítico este lunes cuando grupos armados lanzaron dos ataques contra el Ejército. Estos incidentes, que dejaron cuatro heridos, incluyendo dos militares, se produjeron a poco más de un mes de la controvertida detención de figuras prominentes del Cártel de Sinaloa en Estados Unidos.
El gobernador Rubén Rocha vinculó directamente estos eventos con las recientes capturas de Joaquín Guzmán López, hijo del notorious “Chapo” Guzmán, e Ismael “El Mayo” Zambada. Según Rocha, estas detenciones han desencadenado una ola de inestabilidad en la región, tradicionalmente dominada por el poderoso cártel.
El primer ataque ocurrió en Culiacán, la capital estatal, durante una operación rutinaria del Ejército. Horas después, un segundo incidente se registró en Costa Rica, al sur de la ciudad. Como respuesta, las autoridades desplegaron refuerzos militares para mantener el control y garantizar la seguridad de la población.
Estos hechos generaron momentos de pánico entre los habitantes, provocando la suspensión de clases y el robo de varios vehículos particulares. Un video que circuló en redes sociales mostró a hombres armados advirtiendo a un conductor de autobús sobre la situación volátil en la capital.
Expertos en narcotráfico habían anticipado un posible aumento de la violencia en Sinaloa debido a la lucha interna por el control del cártel tras los recientes arrestos. A pesar de la gravedad de la situación, el gobernador Rocha aseguró que se han implementado todos los protocolos de seguridad necesarios y que la situación está bajo control.
Este resurgimiento de la violencia en Sinaloa plantea serias preguntas sobre la efectividad de las estrategias de seguridad actuales y el futuro del narcotráfico en la región.