Las aplicaciones de meditación se han convertido en una de las herramientas digitales más populares para mejorar la salud mental. Estudios recientes confirman que su uso puede ayudar a reducir la presión arterial, disminuir los pensamientos negativos y hasta influir en genes relacionados con la inflamación. Solo las 10 más descargadas superan los 300 millones de usuarios en el mundo.
De acuerdo con J. David Creswell, psicólogo de la Universidad Carnegie Mellon, estas apps ofrecen una ventaja clave: la accesibilidad. Permiten que personas con poco tiempo o que viven en lugares remotos puedan practicar meditación sin necesidad de asistir a clases presenciales.
Además, su masificación ha abierto nuevas puertas a la investigación científica. Gracias a los sensores de los dispositivos móviles, los expertos pueden analizar los efectos de la meditación en miles de personas y explorar su impacto en problemas como el dolor crónico, la ansiedad, el insomnio y el estrés.
El mercado de la salud mental digital muestra cifras contundentes: el 96% de las descargas corresponde a aplicaciones de meditación. Sin embargo, el reto está en la permanencia, ya que el 95% de los usuarios abandona la práctica en menos de un mes.
Aun así, los especialistas destacan que sesiones cortas de 10 a 20 minutos, tres veces por semana, pueden generar beneficios reales. Aunque no sustituyen la experiencia de un grupo presencial, su potencial para combatir la soledad y mejorar el bienestar emocional sigue siendo enorme.