La economía estadounidense muestra signos alentadores de estabilización, según revela el último informe del Departamento del Trabajo. En agosto, los precios al consumidor registraron un aumento interanual del 2,5%, marcando la quinta disminución consecutiva y el incremento más bajo desde febrero de 2021.
Este dato sugiere que la ola inflacionaria post-pandemia continúa perdiendo fuerza. De julio a agosto, el índice de precios al consumidor creció apenas un 0,2%, reflejando una desaceleración significativa.
Los precios básicos, que excluyen alimentos y energía, mantuvieron un aumento anual del 3,2%, igual que en julio. Sin embargo, en términos mensuales, estos subieron un 0,3%, ligeramente por encima del 0,2% de julio. Los expertos consideran estos indicadores como cruciales para anticipar tendencias inflacionarias futuras.
La moderación de la inflación trae alivio gradual a los consumidores estadounidenses, quienes han enfrentado alzas sustanciales en productos esenciales durante los últimos tres años. Cabe recordar que a mediados de 2022, la inflación alcanzó un pico del 9,1%, la tasa más alta en cuatro décadas.
Este panorama económico más favorable podría impulsar a la Reserva Federal a considerar recortes en las tasas de interés. Se anticipa una reducción modesta de un cuarto de punto para la próxima semana, lo que podría desencadenar una serie de ajustes que abaratarían el costo del crédito en diversos sectores, desde hipotecas hasta préstamos automotrices y tarjetas de crédito.
En resumen, la tendencia a la baja de la inflación no solo promete un respiro para el bolsillo de los consumidores, sino que también podría marcar el inicio de una nueva fase en la política monetaria estadounidense, con implicaciones positivas para el crecimiento económico y el empleo.