Un nuevo estudio científico ha encontrado que la exposición prenatal al pesticida clorpirifos, utilizado aún en la agricultura, puede alterar el desarrollo cerebral de los niños. Investigaciones realizadas en Nueva York muestran que este insecticida se relaciona con cambios en la estructura y el metabolismo del cerebro, así como con una menor coordinación motora en la infancia y adolescencia.
El trabajo fue desarrollado por especialistas de la Universidad de Columbia, el Hospital de Niños de Los Ángeles y la Escuela de Medicina Keck de la USC. Se analizaron datos de 270 niños y adolescentes, hijos de madres latinas y afroamericanas que participaron en un seguimiento a largo plazo sobre salud ambiental.
Los investigadores midieron niveles de clorpirifos en sangre de cordón umbilical y, posteriormente, aplicaron pruebas de neuroimagen y comportamiento entre los 6 y 14 años de edad. Los resultados fueron claros: cuanto mayor fue la exposición durante el embarazo, más evidentes fueron las alteraciones cerebrales y las dificultades motoras.
Aunque la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. (EPA) prohibió su uso en interiores desde 2001, el clorpirifos todavía se aplica en cultivos no orgánicos como frutas, granos y verduras. Esto mantiene la exposición en comunidades agrícolas, especialmente entre trabajadores del campo, mujeres embarazadas y niños.
Virginia Rauh, coautora del estudio, señaló que incluso niveles actuales de exposición representan un riesgo para la salud infantil. Por su parte, el doctor Bradley Peterson subrayó que otros pesticidas organofosforados podrían tener efectos similares, lo que refuerza la necesidad de reducir al máximo la exposición durante el embarazo y los primeros años de vida.