El uso prolongado de pantallas entre adolescentes se ha convertido en una preocupación creciente para padres y profesionales de la salud. Un estudio reciente del Instituto Karolinska de Suecia advierte que el tiempo excesivo frente a dispositivos electrónicos está afectando de forma notable el descanso nocturno y, en consecuencia, la salud mental de los jóvenes, especialmente de las chicas.
En la investigación, que siguió a más de 4.800 adolescentes durante un año, se analizaron sus hábitos de uso de pantallas, patrones de sueño y síntomas depresivos. Los hallazgos fueron claros: a mayor exposición a las pantallas, peor calidad del sueño. Esto no solo significa dormir menos, sino también irse a la cama más tarde y descansar de manera interrumpida.
En los chicos, el vínculo entre pantallas y depresión fue más directo. En cambio, en las chicas, el impacto fue más marcado a través de la alteración del sueño. Se estima que entre un 38% y un 57% del efecto depresivo observado en ellas puede explicarse por la falta de descanso adecuado.
Los investigadores destacan que una rutina de sueño deficiente, motivada por el uso de pantallas, puede generar un efecto acumulativo sobre el estado de ánimo de los adolescentes, acentuando los síntomas depresivos con el paso del tiempo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya ha advertido sobre estos riesgos, recomendando limitar el uso de pantallas a un máximo de dos o tres horas al día en adolescentes. Siguiendo estas pautas, se podrían implementar políticas públicas y estrategias educativas que ayuden a mejorar la salud emocional y el bienestar general de los jóvenes.