La Convención Nacional Demócrata concluyó recientemente con un panorama complejo, revelando divisiones internas sobre la política exterior del partido, especialmente en relación al conflicto Israel-Palestina.
La vicepresidenta Kamala Harris reafirmó el apoyo inquebrantable a Israel en su discurso de aceptación, declarando que “el pueblo israelí nunca más debe enfrentar el horror causado por Hamás el 7 de octubre”. Sin embargo, esta postura no fue compartida por todos los asistentes.
Un grupo significativo de delegados pro-palestinos, aproximadamente 270, presentó una petición solicitando un embargo de armas a Israel en caso de que Harris sea elegida. Estos “delegados por el cese al fuego” representan una facción creciente dentro del partido que aboga por un enfoque más equilibrado en Oriente Medio.
La tensión se hizo evidente cuando el Comité Nacional Demócrata (DNC) rechazó la solicitud de permitir un discurso de Tanya Haj-Hassan, una pediatra que ha atendido a niños heridos en Gaza. Este rechazo provocó protestas, incluyendo una sentada frente al United Center de Chicago, sede de la convención.
El movimiento “No Comprometidos”, que ha ganado tracción en las primarias demócratas, impulsó estas acciones. Según Layla Elabed, portavoz del movimiento, el DNC temía que estas voces disidentes pudieran “eclipsar” a Harris.
Estas divergencias subrayan el desafío que enfrenta el Partido Demócrata para mantener la unidad mientras navega temas internacionales complejos y polarizantes. La creciente presión interna por un cambio en la política hacia el conflicto Israel-Palestina podría influir en la plataforma del partido en el futuro cercano.
