El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, ofreció una disculpa formal el viernes a los pueblos originarios, lamentando el “pecado” de las políticas de internados que, durante décadas, separaron a niños indígenas de sus familias. Biden calificó este sistema, administrado por el gobierno, como una “mancha en la historia de Estados Unidos” que infligió un dolor duradero y dejó secuelas profundas.
En su primera visita a un territorio indígena, en la comunidad del río Gila cerca de Phoenix, Biden se dirigió con profunda emoción al referirse a estos hechos: “Es un pecado en nuestra alma”, afirmó. Con una mezcla de indignación y tristeza, el mandatario expresó que esta disculpa oficial llega con un retraso de 50 años, reconociendo la demora en enfrentar “uno de los capítulos más oscuros” de la historia estadounidense.
Biden rememoró los abusos y las muertes de niños indígenas que resultaron de estas políticas de asimilación forzada, donde la educación en internados implicaba la separación de sus familias y la pérdida de sus tradiciones. “Como presidente de los Estados Unidos, pido disculpas formalmente por lo que hicimos”, expresó Biden, señalando que el dolor causado por estos internados es una “vergonzosa marca” en la historia del país. Agregó que esta parte de la historia ha permanecido en gran medida fuera del conocimiento público y la educación escolar.
La visita también apuntó a fortalecer el vínculo entre la administración de Biden y Harris y las comunidades indígenas, un grupo que en el pasado ha favorecido a los demócratas y cuyo apoyo fue crucial en Arizona, un estado que Biden ganó en 2020 por un margen de apenas 10,000 votos. Los analistas ven en este acercamiento un intento de impulsar la participación de los votantes nativos, quienes históricamente han mostrado tasas de participación más bajas, de cara a una posible contienda reñida entre Harris y el expresidente Donald Trump.
