El miércoles, el Talibán celebró su tercer aniversario en el gobierno con un imponente desfile en la antigua base aérea estadounidense de Bagram. El evento, que reunió a cerca de 10,000 asistentes, incluyendo altos funcionarios talibanes, se centró en resaltar los logros del régimen desde su regreso al poder en 2021.
Los oradores destacaron la implementación de la ley islámica y la supuesta mejora en seguridad, evitando mencionar los apremiantes problemas que enfrenta la población afgana. El vice primer ministro, Maulvi Abdul Kabir, enfatizó la unidad nacional y advirtió contra interferencias extranjeras.
Sin embargo, el panorama que pintan los talibanes contrasta fuertemente con la realidad del país. Agencias humanitarias advierten sobre una crisis alimentaria inminente, con millones de afganos al borde del hambre. El desempleo es generalizado y la economía se encuentra en colapso.
La celebración en Bagram, epicentro de la guerra estadounidense contra el Talibán tras el 11 de septiembre, simboliza un giro dramático en la historia reciente de Afganistán. No obstante, la ausencia de mujeres en el evento y el silencio sobre los desafíos que enfrenta la población subrayan las preocupaciones internacionales sobre el gobierno talibán.
Mientras el régimen busca legitimidad internacional y el retorno de la diáspora afgana, las organizaciones de ayuda advierten que sin mayor compromiso diplomático y apoyo financiero, la situación humanitaria podría deteriorarse aún más, afectando especialmente a mujeres y niñas.
