Después de más de medio año sin disponibilidad de carne fresca, los mercados de Gaza comienzan lentamente a recibir este alimento tras el reciente alto el fuego entre Israel y Hamás, vigente desde hace casi dos semanas. Sin embargo, la cantidad que logra ingresar sigue siendo mínima y los precios se mantienen tan elevados que para la mayoría de las familias gazatíes, la carne continúa siendo un producto inaccesible.
La última vez que Gaza recibió carne fue durante la tregua que se extendió entre enero y marzo, antes de que el 18 de marzo se reanudaran las hostilidades y se impusiera un bloqueo total. Durante esos meses, los suministros de alimentos fueron muy escasos, agravando la crisis humanitaria y dejando a cientos de miles de personas en situación de inseguridad alimentaria.
Con la entrada en vigor del actual alto el fuego el pasado 10 de este mes, algunos cruces fronterizos reabrieron y se permitió el ingreso de ayuda humanitaria y productos básicos. No obstante, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) advirtió que las cantidades siguen siendo insuficientes: apenas entran unas 750 toneladas diarias, cuando serían necesarias al menos 2.000 toneladas para atender las necesidades mínimas de la población.
Durante los meses de bloqueo, la mayoría de los habitantes de Gaza sobrevivió a base de alimentos enlatados y legumbres, especialmente lentejas, consumidas en porciones muy pequeñas. Esto ha provocado graves deficiencias nutricionales, sobre todo por la falta de proteínas animales y frutas frescas, afectando de manera especial a las familias del norte, donde medio millón de personas fueron declaradas en situación de hambruna.
Actualmente, la carne que llega proviene de comerciantes que la importan desde Israel a través del paso de Kissufim. Sin embargo, los precios son extremadamente altos: un kilo de pollo ronda los 21 dólares, mientras que la carne roja puede superar los 120 dólares por kilo. En consecuencia, muchas familias desplazadas solo pueden soñar con ofrecer una comida con carne a sus hijos.
En las zonas centrales y del sur de Gaza, algunos vendedores han instalado puestos con refrigeradores alimentados por generadores para conservar el producto, aunque los precios suben con el paso de los días. Pese a las dificultades, algunas personas han compartido en redes sociales imágenes de platos tradicionales, celebrando la posibilidad de probar nuevamente carne después de meses.
Aun así, la población insiste en que la prioridad sigue siendo la ayuda humanitaria básica, no los productos comerciales que la mayoría no puede pagar, y recuerdan que muchos todavía cocinan con leña ante la falta de gas doméstico.