La Ley de Enemigos Extranjeros de 1798, una de las legislaciones más antiguas de Estados Unidos aún vigente, ha sido mencionada por Donald Trump como la base legal para llevar a cabo su plan de deportaciones masivas. Esta ley, aprobada hace más de dos siglos, sigue siendo polémica por su alcance y posibles usos en la actualidad.
¿Qué es la Ley de Enemigos Extranjeros?
Promulgada en 1798, durante la presidencia de John Adams, la Ley de Enemigos Extranjeros fue creada en un contexto de tensiones entre Estados Unidos y Francia. Su propósito original era otorgar al presidente la capacidad de detener, reubicar o deportar a ciudadanos de países enemigos durante tiempos de guerra. Esta medida buscaba prevenir posibles conspiraciones internas por parte de inmigrantes que simpatizaban con naciones rivales.
Según Mae Ngai, historiadora de la Universidad de Columbia, la ley estaba orientada a controlar a inmigrantes críticos del gobierno estadounidense, particularmente aquellos que apoyaban a Francia en ese entonces.
La visión de Trump
En un mitin realizado en Aurora, Colorado, el 11 de octubre, Trump aseguró que planea invocar esta ley para enfrentar a pandillas y cárteles que operan dentro de Estados Unidos. Según él, este marco legal permitiría deportar a “pandilleros, traficantes de drogas y miembros de cárteles”, eliminando la violencia vinculada a inmigrantes ilegales.
Aunque Trump calificó esta legislación como “poderosa”, también admitió que su aprobación en tiempos modernos sería improbable debido a su naturaleza controvertida.
¿Es viable en la actualidad?
A pesar de su vigencia, el uso de la Ley de Enemigos Extranjeros en el contexto actual enfrenta numerosos desafíos legales y éticos. Muchos expertos argumentan que invocarla podría generar tensiones internacionales y conflictos sobre derechos civiles dentro del país.