La reciente jornada electoral en Venezuela ha generado inquietud entre los miles de migrantes que abandonaron el país en busca de mejores oportunidades. Tanto el presidente Nicolás Maduro como la oposición reclaman la victoria, lo que ha desatado una ola de protestas y tensión en el país sudamericano.
Yenny Morales, una venezolana de 33 años que espera asilo en México, ejemplifica la difícil situación que enfrentan muchos migrantes. Abandonó su país natal para buscar atención médica especializada para su hijo con discapacidad, algo inaccesible en una Venezuela donde la pobreza afecta al 80% de la población. “La salud de nuestros hijos es primordial”, afirma Morales, quien ahora observa con angustia los acontecimientos en su tierra.
El caso de Morales no es único. Gerardo Uzcategui, ex agente policial de 56 años, comparte su decepción: “Creímos que habría un cambio, pero todo dio un giro inesperado”. Como muchos otros, Uzcategui tiene familiares dispersos por diferentes países, reflejo de la diáspora venezolana que supera los 7,7 millones de personas en la última década.
La crisis económica, caracterizada por una hiperinflación astronómica y escasez de productos básicos, ha sido el principal motor de este éxodo masivo. Ahora, desde lejos, los migrantes siguen con atención las noticias sobre protestas y disturbios en su país natal.
Organizaciones de derechos humanos reportan víctimas fatales relacionadas con los eventos post-electorales, aumentando la preocupación de quienes tienen seres queridos en Venezuela. La incertidumbre sobre el futuro político y económico del país mantiene en vilo a una comunidad migrante que anhela tiempos mejores para su nación.