En los primeros 100 días del segundo mandato de Donald Trump, México ha recibido a 5,446 personas extranjeras expulsadas desde Estados Unidos. La presidenta Claudia Sheinbaum afirmó que estas acciones responden a una política de carácter humanitario y aclaró que no existe un acuerdo formal que obligue al país a aceptarlas.
Durante una rueda de prensa, Sheinbaum explicó que desde el inicio del nuevo gobierno estadounidense se han repatriado a 38,757 personas en total, de las cuales 33,311 son mexicanas y el resto, ciudadanos de diversas nacionalidades. “No podemos cerrar las puertas a quienes necesitan ayuda”, declaró la mandataria.
El proceso de atención a los migrantes, según explicó, ya se implementaba antes del regreso de Trump a la Casa Blanca. A su llegada a México, se les ofrece la opción de regresar a su país de origen de forma voluntaria, y en caso afirmativo, el Instituto Nacional de Migración se encarga de coordinar el retorno.
Frente a cuestionamientos sobre si estas medidas responden a presiones o acuerdos relacionados con aranceles, Sheinbaum fue enfática: “No hay un tratado como el de ‘tercer país seguro’. Todo se está haciendo por razones humanitarias, no por imposición”.
Además, la presidenta anunció que se están abriendo oportunidades laborales para los migrantes repatriados en proyectos como el Tren Maya, el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec y en sectores industriales del sur del país. La idea es ofrecer una alternativa real que ataque las causas de la migración, en contraste con la política de Trump, quien ha intensificado las deportaciones con el objetivo de alcanzar un millón en un solo año, el doble del récord histórico de deportaciones bajo la administración de Barack Obama.