En una declaración contundente que resuena en toda Europa, el Papa Francisco ha calificado de “pecado grave” la falta de asistencia a los migrantes que cruzan el Mediterráneo. Durante su audiencia general en la Plaza de San Pedro, el Pontífice abordó una de las crisis humanitarias más apremiantes de nuestro tiempo.
“Existen quienes, de manera sistemática y con todos los recursos a su alcance, rechazan a los migrantes”, expresó el líder de la Iglesia Católica. “Cuando esto se hace con plena conciencia y responsabilidad, constituye un pecado de gravedad”.
Esta declaración se produce en un momento crítico, con más de 30.000 migrantes desaparecidos en el Mediterráneo desde 2014, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones. El Papa hizo un llamado a la acción, abogando por una “gobernanza global de la migración basada en la justicia, la fraternidad y la solidaridad”, y descartando la militarización de fronteras como solución.
El mensaje del Sumo Pontífice adquiere especial relevancia ante recientes acontecimientos, como la detención de un barco de Médicos Sin Fronteras en Italia, acusado de incumplir protocolos de comunicación durante operaciones de rescate.
A sus 87 años y a puertas de emprender un viaje histórico por el sudeste asiático, Francisco demuestra que la crisis migratoria sigue siendo una prioridad en su agenda. Su mensaje es claro: la indiferencia ante el sufrimiento humano no tiene cabida en una sociedad que se precie de ser justa y solidaria.