La tensión política en Estados Unidos alcanza nuevos niveles mientras el Congreso se enfrenta a una potencial crisis presupuestaria, complicada por una controvertida propuesta republicana. El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, ha programado una votación sobre un proyecto de ley que no solo mantendría al gobierno federal financiado por seis meses más, sino que también exigiría a los estados verificar la ciudadanía de los votantes mediante documentos como certificados de nacimiento o pasaportes.
Esta medida, respaldada por el ala conservadora del partido, busca, según sus defensores, garantizar que solo los ciudadanos estadounidenses participen en las elecciones federales. Sin embargo, los críticos argumentan que tal requisito podría privar del derecho al voto a millones de ciudadanos que no tengan acceso inmediato a dichos documentos.
El debate se intensifica a medida que se acerca el plazo del 30 de septiembre para evitar un cierre gubernamental. Los demócratas, liderados por el senador Chuck Schumer, advierten que esta estrategia partidista podría aumentar las probabilidades de un cierre, responsabilizando a los republicanos de la Cámara por las posibles consecuencias.
La propuesta ha generado una clara división partidista. Mientras los republicanos la consideran esencial para mejorar la confianza en el sistema electoral, los demócratas la ven como un obstáculo innecesario, argumentando que ya existen leyes que prohíben el voto de no ciudadanos en elecciones federales.
El desenlace de esta situación tendrá implicaciones significativas no solo para el funcionamiento del gobierno, sino también para el panorama político de cara a las próximas elecciones presidenciales. Con el regreso del Congreso a Washington, todas las miradas están puestas en cómo se resolverá este complejo escenario político y presupuestario.