El 6 de diciembre de 2024, Máximo Napa, un pescador peruano con años de experiencia en el mar, zarpó desde el puerto de Marcona, en el sur de Perú, para una jornada de pesca que parecía rutinaria. Sin embargo, una feroz tormenta lo sorprendió y lo dejó a la deriva, desencadenando una impactante travesía de supervivencia que duró 95 días.
Desde el 21 de diciembre, cuando perdió contacto con el mundo, Napa enfrentó un desafío extremo. Para mantenerse con vida, se alimentó de lo que el océano le ofrecía: peces que saltaban al bote, aves marinas e incluso tortugas y cucarachas. El agua de lluvia se convirtió en su principal fuente de hidratación.
A lo largo de su odisea, Napa encontró fuerzas en el recuerdo de su madre, aferrándose a la esperanza de volver a verla. “Solo pensaba en mi madre, en mis hijos y en mi nieta. Eso me dio fuerzas para seguir”, relató tras su rescate.
Finalmente, el 11 de marzo, un barco pesquero lo halló a 1,000 kilómetros de la costa peruana, cerca de aguas ecuatorianas. La tripulación, alertada por gaviotas que rodeaban su bote, lo rescató en estado crítico y lo llevó a Ecuador para recibir atención médica. Posteriormente, fue trasladado a Paita, donde se reencontró con su hermano, y luego a su ciudad natal de Pisco, donde protagonizó un emotivo abrazo con su madre.
“Fue un milagro. Después de un mes sin comida, pensé que todo había terminado para mí”, recordó Napa, quien ahora inicia una nueva etapa tras desafiar los límites de la resistencia humana. Conmovido, expresó su gratitud: “Dios me dio una segunda oportunidad”.